La primera vez que jugué póker fue a mis 18 años, allá por el 2005. Unos amigos se habían juntado a jugar y me llamó la atención cómo apuestas de diez y veinte céntimos podían llegar a convertirse en pozos de varios nuevos soles en cuestión de segundos. Aquella tarde perdí casi veinte soles y eso bastó para activar mi instinto de competencia.
De inmediato me puse a investigar sobre cómo jugar póker. Descubrí lo que era PokerStars, quién era Daniel Negreanu, Phil Ivey, Doyle Brunson, High Stakes Poker, la WSOP, la diferencia entre los torneos, los juegos de cash, eventualmente llegué a los poker room, conocí La Escuela en San Miguel, conocí también a varios jugadores del medio local y, como a todos nos ocurre, conocí también, los casinos.
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En aquellos primeros años el póker fue para mí una manera fácil de ganar dinero en poker rooms. Luego de haber leído varios libros sobre el tema me di cuenta de que la gran mayoría solo jugaba a base de instintos más no aplicaban estrategias. Con el objetivo de ganar más dinero empecé a ir a los casinos y me estrellé. Conocí jugadores con cajas infinitas, jugadores con mucho más nivel y este instinto de competencia se volvió a activar. No podía quedarme así, necesitaba dominar este nuevo nivel.
El problema es que en los casinos conocí también la ruleta y así empezó un largo y complicado camino que eventualmente se convirtió en ludopatía.
En los años siguientes el póker fue para mí un escape porque mi vida era un caos. Tenía problemas personales, académicos, laborales, económicos; y jugar póker era lo único que me daba un espacio de tranquilidad. Unas horas en las que podía olvidarme de todo ese caos pensando en cómo lograr un bluff, calculando probabilidades, leer a los villanos o aprovechar la posición.
Luego de casi 10 años en esta espiral, a finales del 2015 decidí buscar ayudar profesional para entender mi ludopatía. Empecé a jugar cada vez menos y mes a mes empecé a ordenar mi vida. Hasta una mañana de mayo del 2016 en la que, cansado de trabajar para la empresa familiar, decidí que quería empezar mi propio negocio y el póker sería fundamental en este proceso.
¿Alguna vez te has puesto a pensar en cómo decides? ¿Cómo funciona cada etapa para llegar a elegir qué hacer, qué no hacer, qué decir, qué no decir y porqué funcionamos de esa manera? Este tipo de preguntas empecé a hacerme a inicios del 2016 y llegué a la conclusión de que nunca me habían enseñado a decidir, ni en el colegio o la universidad. Sin embargo, me di cuenta de que en el póker sí existe un orden para decidir, en particular para decir “ALL IN”, existe un orden antes de usar esa jugada. Entonces pensé:
“¿Y si encontrara una manera de trasladar el orden de esta jugada del póker a la vida?”
Así es como el póker se convirtió en una fuente de conocimiento.
Así es como nació el Método All In.
Ricardo Bravo Mejía
Autor del Método All In