La historia de Diego Ventura (Parte 1)

El Otro Diego


Pre-Flop: Antes de Fabricar el Sueño.


Si tuviese que comparar la vida con una partida de póker podría escribir que las acciones “preflop” son aquellas fijadas por nuestras habilidades, por nuestros dones y por las herramientas con las que contamos, todas ellas aunadas a conseguir un objetivo en particular, una meta, un sueño. El riesgo de lograrlo siempre podrá ser evaluado con un cierto nivel de consciencia o cómo en algunos casos no importa evaluar y sólo hay que actuar, lo siguiente ya es historia conocida, entrar al juego o esperar. Existe entonces, para mí, una “historia pre flop”, una historia de quienes somos antes de ser lo que somos y cómo hemos luchado para ello.



Al iniciar esta crónica, no sólo quise saber sobre mi protagonista en el desarrollo de lo que, para muchos, ahora es una “partida exitosa”. Sobre Diego y su “aVentura” quise saber más, no sólo saber cómo empezó su carrera en esta profesión sino quién era él antes que sucediera todo lo que ahora es. Cómo era ese Diego, antes que iniciase su romance bien llevado con el póker, dicho de otra manera, cuál fue su “historia preflop”. Así pues consigo contactarlo y una mañana simplemente comienzo a saber de él.



Diego, inicia calmado la entrevista pero suelta una risa ruborizada cuándo le digo que ninguno de nosotros en el test profesional, usados en los colegios para conocer el perfil de sus alumnos, muestra condiciones para que en el resultado diga: “Usted será un gran jugador profesional de Póker”. Entonces, Diego, confiesa que le atraía la ingeniería industrial como profesión, la flexibilidad de la misma permitía que en el futuro pudiese encontrar en que especializarse. Su padre lo llegó a aconsejar y con el ejemplo que el título le respaldaba, pudo tener una referencia más cercana y exacta para decidir. Diego, quiere ser ingeniero y en realidad, lo que le fascina es la idea de poder encontrar un campo amplio en donde siempre va aprender algo nuevo. Es que así es Diego, y no duda en hacerlo saber: “Siempre quiero aprender y quiero ser el mejor” – me dice breve, seguro, pero percibo curiosamente un tono humilde.



Entre los primeros años de universidad, durante alguna de esas tantas vacaciones, Diego, viaja a los EE.UU por un intercambio, en donde se le permitía emplearse en un oficio con el objetivo de mejorar el inglés. El idioma perfecciona, logra su objetivo: conocimientos y dinero, ¿nos suena familiar el resultado?… Pero la historia tiene una particularidad, entre las ganas de querer mejorar y poder desarrollarse en un territorio distinto, el póker le hace el primer guiño. Este se muestra agazapado y presto a seducir la mente curiosa de Diego, que cómo es su costumbre, no permite que un juego en el ordenador se le muestre extraño. Busca reglas, información básica y consigue comprenderlo. Diego y el Póker, tuvieron la primera cita en la casa más lujosa de este segundo. Pero no crea que luego de eso él consiguió sus grandes resultados y así se hizo de ese nombre respetado del que ahora sabemos; aún resta historia por contar.



Nuestro amigo tiene que volver al Perú, siguen los estudios, participa en trabajos que le permiten desarrollar sus nuevas habilidades, entre ellas el idioma. Logra juntar dinero y con lo conseguido no tiene duda en volver a EE.UU con el mismo sistema de intercambio en las siguientes vacaciones. Logra contactos laborales, pero la crisis americana hace que el viaje no fuese como lo había planeado y  el trabajo prometido no llegó, aun así puede conseguir otro empleo; los tres meses pactados para el viaje pasaron y tiene que retornar. Pero, el destino y no sé como lo llame usted, tuvieron otro rato caprichoso para alejarlo nuevamente del Perú. Diego, cuando me cuenta esto señala que el “siguiente destino” era Brasil. Esto me hace entender que siempre estuvo dispuesto a arriesgar pero de forma inteligente, él analizó el “terreno” y luego por motivos académicos y por un convenio de la universidad pudo viajar a Brasil junto con cinco compañeros más, alquilar un departamento cerca a la Universidad de Sao Paulo, donde ahora estudiaría y compartiría gastos con aquellos estudiantes. Me cuenta entre risas que Brasil se presentó con un Bus lleno de gente y él sin entender a nadie, pero todo era nuevo y valía la pena – Académicamente es muy distinto todo, pues se le da más prioridad al aspecto práctico mientras que en Perú todo era más teórico – me cuenta – Allá la gente incluso iba con el uniforme de sus trabajos y casi en su totalidad laburaban en empresas – añade.



Pero en Brasil, no solo aprendería de planeamientos, productividad o logística, ahí lo esperaba un viejo conocido que reclamaba por un segundo encuentro. El Póker  se reunió con él en uno de los territorios más importantes de este deporte en Latinoamérica. Casualidad, destino, cómo le dije, llámelo como quiera pero todo confabulaba para que nuestro amigo llegara a lo que ahora lo apasiona y sigue seduciendo. Sin embargo, debo aclararle que aún resta historia por contar  y que no es aquí en donde Diego, consigue el éxito. Las cosas no son tan fáciles y así se lo hace saber su Madre cuando al finalizar los seis meses del primer ciclo en Brasil, él debía volver por cuestiones económicas. Pero, él no quería volver, no deseaba regresar a la rutina y que en la misma se durmieran sus ambiciones.  Él debía apelar a su esfuerzo y demostrar que él podía – “porque cuando uno quiere algo, busca las oportunidades” – así me lo hace saber. Entonces, decide quedarse mientras que sus compañeros regresaban a Perú por vacaciones con el compromiso de volver, pero él no viajó ya que si volvía ya no había un boleto con retorno a Brasil. Lo primero que entendió es que debía reducir gastos puesto que sus compañeros se habían marchado, buscar algo más económico para dormir y un lugar donde trabajar para poder comer, pues de póker no sólo vive el hombre.  Así nuestro amigo consigue un lugar en donde alquilaban dormitorios, el dueño también era propietario de un restaurant de comida mexicana, es aquí donde el joven estudiante propone un negocio admirable que felizmente no fue aceptado. Desayuno, almuerzo y cena por trabajo dentro del establecimiento, pero así es Diego, arriesgado pero inteligente, quizás el sabía que aquél dueño no iba aceptar tremenda propuesta y por el contrario recibiría una remuneración justa pero si no resultaba pues por lo menos la necesidad estaba aplacada. Consigue el objetivo nuevamente, ya estaba seguro con un trabajo remunerado y un lugar donde dormir.



En medio de todo, el póker se presenta galante, soberbio, adinerado y él en la acera del frente, con un salario modesto pero no muy ambicioso. Se detuvo y comparó, ocho horas por veinte reales u ocho horas por diez mil dólares, seguro que si usted se detiene hacer este cuadro no demoraría en dar una respuesta. Pero vayamos lento y no creamos que la respuesta es tan fácil, él tenía claro que la segunda opción era mejor que la primera pero debía haber una preparación previa, no todo debe ser tan sencillo. Siguió en su empleo y a la par jugaba pequeñas sesiones que no se comparan a las jornadas del actual Diego, todo era muy básico y sin ciencia alguna. Pero el esfuerzo se iba dando  de a pocos, tenía que aprender y siguió buscando información, algunos foros tal vez para que le sirva como orientación. Diego, leía noticias de grandes jugadores, grandes resultados, y no tardaría mucho para que el viera sus cartas, reconociera que tiene talento para aprender y que de tener éxito lo asumiría con responsabilidad, simplemente, Diego, quería ser profesional y así nuestro amigo inicia la partida en este deporte, pero como ya escribí, aún resta historia por contar.


Anyelo Zeña – Poker Manager del Winmeier Hotel & Casino, promotor del poker en el norte peruano y co-organizador de uno del primer torneo grande realizado en el interior del país.

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