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Cómo nació el poker?

Fueron los marinos persas, que llegaron de la mano de los franceses a Estados Unidos, quienes trajeron el póquer. Otros dicen que es un juego de origen italiano y alemán. De lo que no cabe duda es que fue en Las Vegas y en Reno, a finales de los años sesenta, en donde el póquer pasó de ser un juego de pistoleros, avivatos y maleantes, para llegar a ser de poderosos, políticos y multimillonarios. Este es un esbozo de su historia.

Como muchos juegos, el póquer entró a Estados Unidos por Nueva Orleans, que era colonia francesa. En este juego, consistía de una baraja de 20 cartas, podían jugar 4 personas y se apostaba según la mano que se tuviera. Era la diversión de los obreros franceses en Estados Unidos.

Luego, en 1820, el río Misisipi se convirtió en la meca de este juego de cartas. Los acaudalados comerciantes de algodón y turistas viajaban en los barcos que entraban y salían de Nueva Orleans. Corría mucho dinero y hasta allí viajaban jugadores que querían aprovecharse de la gente acaudalada. Así nació el dandy de los barcos fluviales, un personaje conocido tanto por sus trajes impecables y llamativos como por su juego audaz. Los jugadores nuevos, o productores, como les decían, apostaban todo: las casas, las plantaciones, las escrituras de propiedad y a veces incluso la ropa que llevaban. Mucha gente lo perdió todo.



Con el tiempo, los jugadores profesionales de cartas también empezaron a modificar el juego a su medida. Primero pasaron a una baraja de 52 cartas, que permitía mayores combinaciones de manos y más jugadores. Después, para volverlo más emocionante y riesgoso, le añadieron una segunda vuelta con el fin de que se pudieran cambiar las cartas.

Eso llevaba siempre a invertir más dinero. Luego, fue la Guerra Civil norteamericana la que ayudó a que el póquer cambiara de nuevo. Durante esta confrontación los soldados empezaron a apostar para poder tomar cartas que les permitieran tener mejores manos. Los llamaban los sementales, o ‘stud horse’, que como en el frente de batalla les ayudaban a retirar los cañones del barro. Así nació el Stud Póquer. Desde entonces, alrededor del póquer, los nuevos juegos no dejaron de surgir y así fue como aparecieron el Texas Holdem, Omaha, Stud de siete cartas, Razz y el Horse.

Ya en los años 50, el juego era ilegal en Texas. La Policía arrestaba a muchos jugadores, pero el delito era menor así que luego de pagar la multa salían a jugar de nuevo a las mesas. Las cuantiosas ganancias también eran en ese momento un problema, porque eran famosos los robos de hombres que entraban con metralletas a acabar el juego.

En esa época también se empezó a jugar el Texas Holdem sin límites, también conocido como el ajedrez del póquer. A finales de los 60, la maestría y la habilidad que los jugadores itinerantes mostraban en ese juego habían reducido las invitaciones que les llegaban para jugaran en Texas. Por eso, pronto, a 2.000 kilómetros al oeste, los profesionales se moverían a Las Vegas detrás de un mafioso. Fue a finales de los 60 cuando el póquer salió de las habitaciones traseras de mala muerte de la mano del conocido mafioso Benny Binion. Un aficionado, hasta la locura, al póquer que fundó varios casinos en Las Vegas y que convirtió este juego en uno de los más famosos juegos de azar del mundo.

En esta zona desértica, cuando la fiebre del oro crecía en California, ya se oía hablar del póquer. El oeste se imponía con sus tres vicios: el whiskey, el juego y la prostitución. Pero era un juego de pistoleros, obreros y maleantes. Sin embargo, a principios del siglo 20, Estados Unidos se volcaría a la prohibición del alcohol y de paso el juego se prohibiría en todos los Estados menos en dos.


A pesar de eso, el póquer sobrevivió, incluso en la Casa Blanca y siguió su campaña imparable en los círculos de poder. Dicen que para el presidente de los Estados Unidos Theodore Roosevelt no había nada que le gustara más que un Martini nocturno y su partida de póquer. Como también señalan que en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, el también primer mandatario de este país Harry S. Truman jugó este juego durante 12 horas diarias con periodistas, antes de decidir que iba a lanzar la primera bomba atómica, que estremeció al mundo. Fue célebre desde entonces su frase: “La ficha se queda aquí”, que acuñó de su juego predilecto para decir que toda la responsabilidad era suya.

A la vez, fue muy reconocida la afición al póquer que tenía el presidente Richarad Nixon. El comienzo de la carrera política de Nixon fue ayudada por su habilidad con las cartas. Al final de la Segunda Guerra Mundial, volvió a su país con cerca de 8.000 dólares, que sirvieron en ese tiempo para pagar su primera campaña al Congreso. El póquer es un juego donde opera la capacidad de persuasión, de seducción, de apuesta, y quizás por esto se entienda tan bien con la política. No en vano una de las primeras calificaciones que recibió el presidente Juan Manuel Santos fue el de ser un hábil poquerista.

Fuente: www.kienyke.com